Esta soy yo

Mi foto
Metropolitana, Chile
Licenciada en Historia y profesora de la misma disciplina. Vivo soñando, amando y recordando. Tengo dos metas en la vida: Viajar y encontrar la plenitud. Comencé este blog en 2011, como una "catarsis", hoy, es mucho más que eso. Enjoy!

jueves, 29 de junio de 2017

El TOC en mi vida

Hoy terminé la segunda terapia psicológica que he tomado en mi vida. En total, he conocido 4 psicólogos, pero solo dos han quedado para siempre guardados en mi corazón y memoria. Uno es Pablo, con quien trate mi duelo, tras la muerte de papá (y con el apoyo de la Universidad) y la otra es María José, con quién tuve que iniciar una terapia, por allá de por julio de 2016, porque estaba presentando marcados signos de TOC (sí, Trastorno Obsesivo Compulsivo).

Tod@s alguna vez bromeamos con el TOC, cierto? Que somos obsesionados con ordenar nuestras cosas, que a veces "sin querer" ordenamos por color nuestros libros, que no pisamos la línea cuando vamos caminando por la calle, etc. La lata, es que a mi me "alteraba" mucho mi vida. Había tenido numerosos episodios de TOC, onda desde mi niñez, pero nunca pude ver, como afectaba esto en otras áreas de mi vida. Me pasaba que tres ideas me eran recurrentes:

1. Pisar las hojas en el otoño (y devolverme si no lo hacía)
2. Revisar 2047239287292 veces las llaves de gas de la cocina antes de dormirme.
3. Pisar las colillas de cigarro (al igual que con las hojas, me devolvía si no lo hacía).

Esas ideas recurrentes, se manifestaban y mi acción, era hacerlo, porque si no lo hacía, mi mente me traicionaba y me decía "que iba a pasar algo malo". Viví con mucho miedo años. Onda me acostumbré a esa sensación de que todo iba a salir mal y si onda lo estaba pasando bien en un momento, siempre había una voz que me susurraba "esto se va a desmoronar de un momento a otro".

¿Cómo podía avanzar así? ¿Cómo iba a poder planear cosas hacia el futuro si esa maldita voz interna no me dejaba en paz? Suena como si estuviera de patio, pero la verdad, es que el TOC es harto más común de lo que creemos. Hay personas que lo canalizan de distinta manera eso sí. Creo que nunca conté por aquí - y con nadie - porque mi psiquiatra me derivó con una psicóloga, pero bueno, esta fue la razón. 

Y por Dios que me conocí. Creo que callé tantas veces a la Aída interna, fui atando tantos cabos, tantos miedos y me fui aferrando a ellos. Onda yo lo vislumbro como un miedo, un nudo bien apretado. Nudos que me fueron atrapando hasta dejarme inmovilizada (como cuando tuve ese episodio de trastorno de ansiedad generalizado, por allá por enero de 2016). No quería ver lo que me ocurría a mi internamente y todo para mi era visto como una amenaza:

1- No quería querer, porque me podían hacer daño.
2- No me quería "enamorar" porque según la drama queen que llevo adentro, siempre me harían sufrir.
3- No quería enfrentarme a un desafío nuevo, porque podía fracasar.
4- No quería hacer clases, porque tenía miedo de hacerlo mal.
5- No quería salir, porque siempre esperaba que alguien me dijera algo hiriente. 

El resultado de todo eso, es que por años me encerré en mi misma y tuve que cargar con mis pensamientos negativos constantemente. Y no porque yo lo quisiera onda intencionadamente, si no porque esa era la forma que tenía mi mente de "cobijarse". Y obvio que todo ello, no me permitía avanzar. Así como cuando me tenía que devolver a pisar las hojas y las colillas, mi cerebro me hacía tomar atención de que había "algo" que tenía que dejar simplemente fluir.

¿Y como dejar fluir? Aceptando que hay cosas que yo no las controlo y que no puedo planificar todo en la vida, porque en ella, no hay nada más alejado que la "perfección". Y ahí entendí que había que ir soltando. 

- Soltar miedos.
- Soltar penas.
- Soltar frustraciones.
- Soltar amores frustrados.
- Soltar amistades frustradas.
- Soltar daños (de otros y los que me hice yo misma).
- Soltar duelos.

Y así fue como en estos doce meses, solté, me liberé, lloré, me emocioné, pero me permití ser yo misma. Le conté a María José, cosas que nunca le había confesado a nadie (y hay cosas que sé que solo quedaran entre ella y yo, porque no creo que vuelva a repetirlas más) y me fue re-construyendo. Yo prefiero decir que fui "re-naciendo". 

¿Y que aprendí?
Varias cosas, pero la más valiosa es que debo dejar de mirar las cosas en términos binarios. Es decir, no todo es negro, así como tampoco todo es blanco. Hay puntos "intermedios" y según yo, ahí radica ese estado de plenitud que todos buscamos. Cuesta y pucha que cuesta ver esos "otros colores", cuando uno está angustiado y/o agobiado, pero siempre se puede (si estas sano claro o en camino a). Y fue así como he ido re-escribiendo mi historia. Ya no con tanto drama en exceso, si no entendiendo que la vida siempre nos pondrá dificultades, siempre sentiré miedo, pero es la actitud y las herramientas que tengo a mano, las que me permitirán salir de allí con más valentía. 

Lo bueno, es que este término de terapia, fue programado. Por allá por abril, la María José me dijo que así como había aprendido a soltar tantas cosas, también debía "soltar" ese espacio. Y sentí miedo. Le dije que no fuera de sopetón. Y cada día que iba a las sesiones (dos por mes) siempre le expresaba que ese espacio me permitía estar tranquila. Pero la M. J, uso tres simbolismos que me ayudaron a comprender que ya podía seguir sola mi camino:

1- Comprendí que ya no era la mujer que se quería quedar "eternamente en la banca", para no defraudarse. Quería acción, jugar en la cancha.

2- Me empezó a pasar lo mismo que pasa, cuando te das cuenta que ya es hora de sacarle las rueditas a la bicicleta. Cuando uno está aprendiendo a andar en bici, eso es un tremendo paso, cierto?  Pero a veces, ya ni siquiera necesitábamos de las rueditas, solo las usábamos porque seguían estando allí.

3- De a poooooooco, fui comprendiendo que no siempre tenía que mirar con los lentes que solo me permitían ver en tonos grises. Habían más colores allá afuera que simplemente las circunstancias me impedían ver.

Cuando me despedí hoy de M.J. me dijo que ella había aprendido un montón con mi historia. Que ella supo que tenía que dejarme partir, porque sabía que tenía muchas herramientas para continuar. Y que pensar constantemente, era algo que tenía que valorar, porque esa introspección, si bien en mi caso, fue negativa muchas veces, ahora es momento de extraer de ella beneficios y vivir, disfrutar y salir a la cancha de una vez por todas.

¿Y el TOC? El TOC tiene un área que se trata con medicamentos (aún sigo con ellos) y un área emocional (que la origina y que se trata con terapia). Esa parte fue la que traté con María José y a medida que iba "soltando", pude ir apagando esas voces molestosas que no me permitían avanzar. 

Esto sí que es algo hiper-personal, pero no podía dejar de registrar "brevemente" este período, aquí, en el espacio que ha "retratado" a esa Aída que ha ido creciendo con este blog. 

Cariños. 

lunes, 12 de junio de 2017

¡¡Es nuestro cumple feliz!!

Son seis, 6 años.

No quiero repetir lo que siempre escribo en estas fechas. Pero me es inevitable acordarme como estaba emocionalmente, cuando escribía esas primeras entradas por aquí.
Este año cumplo, diez años blogueando, pero ha sido este blog, el que me abrió un montón de puertas, miles de emociones, tantas amistades que han surgido desde aquí y que no puedo más que agradecer <3.
Saben que comparto cumpleaños con el blog. Y este año al fin, pero al fin, me siento en paz. Y eso me llena de dicha. Cuando sople las velitas, no se me ocurrió nada por lo que pedir. Nada más que amor, porque sé que es ello lo que mueve el mundo, aunque suene muy cliché y antes me haya negado tantas veces a verlo. Ese aprendizaje me dejaron los 27 y espero que la vida me deje aprovecharlo al máximo, este nuevo año que comienzo: en mi vida y aquí, en este espacio que nunca ha tenido grandes aspiraciones, pero me ha dado muchas, muchas satisfacciones <3.
Cariños y agradezco infinitamente a quienes vuelven por aquí. Y no... aún no piso París.

domingo, 4 de junio de 2017

Esas brechas generacionales

El jueves, fui a "carretear" (fuimos a un pub) con mis colegas del Preu y por primera vez en mi vida, era una de las más mayorcitas. O sea, en el Preu igual hay profes que tienen más 50, pero a esa junta, por una decisión media extraña (tirana, jaja) solo fuimos integrados, los autodenominados sub-30. Yo onda, no estaba de acuerdo, porque me suelo llevar mejor con la gente más grande que yo, pero igual fue rico buena onda compartir con los más loleins. Igual, este último tiempo me he enfrentado harto a esto de compartir con gente más joven que yo y he extraído las siguientes ideas: 

1- Jóvenes y hormonas: ¿Qué onda las hormonas de la juventud divino tesoro? ¿Era yo igual a los 16/17 años? A veces me pasa que estoy suuuuuuuuper embalada explicando aconteceres mundiales de hace chorromil' años y veo que dos de mis estudiantes, están besuqueándose (no así terrible) pero me da risa y ganas de ir a buscar un bidón con agua y tirárselos, jajajajaja, nah, broma. En los dos cursos que tengo a cargo, hay como tres parejas de pololos y siempre se hacen cariño. Y hay una parte de mi que dice "Aaaaaaaawwww" y la otra dice "Paren con la cuestión po". Nunca les he dicho nada, porque de verdad que me gana la parte que es más tierna en mi. Además yo estudié en colegios de puras mujeres y yo estaba "enamorada" del Profe y sí, mi sueño igual era traspasar la "distancia zonal" a nivel "íntimo", como dirían los amigos sociólogos, jajajaja. Pero eso nunca fue. 

2- Cuarto básico/cuarto medio: Suena medio raro esta diferencia, pero en el Preu, desde el año pasado que hay un profe que antes hacía física y ahora matemáticas que representa como 30 años y tiene solo 21 (estudia ingeniería en la Chile). El Martín es un cerebrito, pero no de esos pedantes. Es caballero (el otro día tomamos el Uber juntos, y me abrió la puerta y que onda morí de amors reals), es muy educado y es terriblemente simpático. La cosa es que de verdad el año pasado cuando supe su edad, se me rompió el corazón. Y empecé a putear para mis adentros. Y ese día, en la junta (el jueves), la Coordinadora que tiene un año más que yo (o sea, este año cumple 29) va y le pregunta "Martín y tú que edad tienes?" (se notaba de aquí a Chimbarongo que la tenía vuelta loquita) y el Martín muy prisco le dice "tengo 21" y ahí vi como la cara de la "chicoca" en cuestión se derrumbó. Y yo, sin una gota de alcohol en mis venas (todos estaban medios curadillos) le dije "Jajajajajaja, esa debe haber sido la misma cara que puse el año pasado cuando el Martín dijo su edad". Bueno, pero lo más impactante fue cuando le pregunté al Martín en qué curso estaba en el 2006 y me dijo "Estaba en cuarto básico". Y nosotras con la Coordinadora del Preu, estábamos saliendo de Cuarto Medio (ella parece que ya estaba en primer año de U' por lo que entendí). Na' que hacerle, somos muy ancianas para establecer un lazo íntimo con el Martín. Aunque hay algo que ese día la Ana dijo y tenía mucha razón. "Y si Madonna pudo, por qué nosotras, no?" Yo, paso y te dejo el camino libre gallita, jajajajaja. 

3- ¿Alcohol? Nah, prefiero un tecito: Como ahora existe zomato, obvio que cada vez que voy a un lugar nuevo, miro antes la carta. Y el miércoles en la noche miraba y miraba y no me tincaba ninguna cuestión. De mona, lo único que quiero probar en alcohol es el aperol spritz y más que nada para tomarle una foto pal instagram (jajajaja a quién no le pasado, no?) y ahí no lo vendían (buuuuuuu). La cosa es que me pasaron la carta en el pub y dije "Puta la huea' en serio que muero por un té". Y ahí tenía a dos de mis compañeros, haciéndose los muy "cools" porque bebían mucho alcohol (me carga la gente que se juran los muy muy, porque beben "harto") y yo, me armé de valor y dije "Quiero un jugo de maracuyá". Y vi, como sus ojos se transformaron, porque no podían creer que onda, no fuera a beber alcohol. Pero en serio, si hubiese podido, habría sido mil veces más feliz, con un tecito con sabor extravagante, que con el juguito con exceso de hielo a las 10 de la noche. 

4-  Tengo frío, te vislumbro cama: Nada que hacerle. Desde que cambié parte de mis hábitos alimenticios, me da sueño temprano. A las once, comienzo a ver mi cama. Después -en este tiempo- empiezo a pensar en el calientacamas y ahí es cuando tomo la decisión de venirme. Igual si lo estoy pasando chancho lo más probable es que deje pasar un rato más. Pero siempre he cachado que empiezo a bostezar a las once, ni un minuto más, ni un minuto menos. ¿Crecí señor Jebús?.

Hay varias cosas que quiero aclarar para que no hayan malos entendidos.

a) Al comienzo dije "Por primera vez en mi vida, era la más mayorcita". Uno, porque siempre insisto, me he relacionado más con gente con más años que yo y dos, porque en mi familia, soy la más joven a nivel de primos. Onda, mis primos me llevan por 10 o 15 años. Siempre era la "mascota" de las reuniones familiares, hasta que esa generación comenzó a "aparearse" y siempre he sido como "intermedia" entre ellos y sus hijos. No hay caso, o no encajo o me adapto. 

b) Es wena onda el Martín, en serio que si tuviera 10 años más, les juro que yo misma le tiro la roca. (estoy webeando). Pero no puedo superar que mientras yo estaba pensando en la P.S.U, él estaba recién multiplicando. 

c) Dije que me armé de valor para pedir el jugo de maracuyá, porque en serio, a mi siempre me ha tocado carretear con gente que se juran los muy muy, porque beben en exceso. Y yo antes, por mona, caía en ese juego y tomaba caleta, aunque creo que nunca me gustó tanto beber (por algo he estado algo así como tres años sin beber, ni siquiera "socialmente"). Y esta vez dije "Aída, te tendrán que querer bebiendo o no. Fin". Y fue super bacan carretear sin beber una gota de alcohol. Yo pensé que no estaría adrenalínica y estuve incluso más que antes. A lo que voy, es que antes tomaba para sentirme más segura, pero ahora, ¡al fin! ya no lo necesito. 

La verdad es que prefiero el "concepto" de "adulta menor", jajajaja.

¿Qué les pasa a ustedes cuando comparten con gente de edades distintas? Quiero que quede claro que yo no pienso que la edad sea un impedimento para establecer relaciones (de cualquier índole), esto es solo una mera reflexión.

Cariñitos.