Hoy terminé la segunda terapia psicológica que he tomado en mi vida. En total, he conocido 4 psicólogos, pero solo dos han quedado para siempre guardados en mi corazón y memoria. Uno es Pablo, con quien trate mi duelo, tras la muerte de papá (y con el apoyo de la Universidad) y la otra es María José, con quién tuve que iniciar una terapia, por allá de por julio de 2016, porque estaba presentando marcados signos de TOC (sí, Trastorno Obsesivo Compulsivo).
Tod@s alguna vez bromeamos con el TOC, cierto? Que somos obsesionados con ordenar nuestras cosas, que a veces "sin querer" ordenamos por color nuestros libros, que no pisamos la línea cuando vamos caminando por la calle, etc. La lata, es que a mi me "alteraba" mucho mi vida. Había tenido numerosos episodios de TOC, onda desde mi niñez, pero nunca pude ver, como afectaba esto en otras áreas de mi vida. Me pasaba que tres ideas me eran recurrentes:
1. Pisar las hojas en el otoño (y devolverme si no lo hacía)
2. Revisar 2047239287292 veces las llaves de gas de la cocina antes de dormirme.
3. Pisar las colillas de cigarro (al igual que con las hojas, me devolvía si no lo hacía).
Esas ideas recurrentes, se manifestaban y mi acción, era hacerlo, porque si no lo hacía, mi mente me traicionaba y me decía "que iba a pasar algo malo". Viví con mucho miedo años. Onda me acostumbré a esa sensación de que todo iba a salir mal y si onda lo estaba pasando bien en un momento, siempre había una voz que me susurraba "esto se va a desmoronar de un momento a otro".
¿Cómo podía avanzar así? ¿Cómo iba a poder planear cosas hacia el futuro si esa maldita voz interna no me dejaba en paz? Suena como si estuviera de patio, pero la verdad, es que el TOC es harto más común de lo que creemos. Hay personas que lo canalizan de distinta manera eso sí. Creo que nunca conté por aquí - y con nadie - porque mi psiquiatra me derivó con una psicóloga, pero bueno, esta fue la razón.
Y por Dios que me conocí. Creo que callé tantas veces a la Aída interna, fui atando tantos cabos, tantos miedos y me fui aferrando a ellos. Onda yo lo vislumbro como un miedo, un nudo bien apretado. Nudos que me fueron atrapando hasta dejarme inmovilizada (como cuando tuve ese episodio de trastorno de ansiedad generalizado, por allá por enero de 2016). No quería ver lo que me ocurría a mi internamente y todo para mi era visto como una amenaza:
1- No quería querer, porque me podían hacer daño.
2- No me quería "enamorar" porque según la drama queen que llevo adentro, siempre me harían sufrir.
3- No quería enfrentarme a un desafío nuevo, porque podía fracasar.
4- No quería hacer clases, porque tenía miedo de hacerlo mal.
5- No quería salir, porque siempre esperaba que alguien me dijera algo hiriente.
El resultado de todo eso, es que por años me encerré en mi misma y tuve que cargar con mis pensamientos negativos constantemente. Y no porque yo lo quisiera onda intencionadamente, si no porque esa era la forma que tenía mi mente de "cobijarse". Y obvio que todo ello, no me permitía avanzar. Así como cuando me tenía que devolver a pisar las hojas y las colillas, mi cerebro me hacía tomar atención de que había "algo" que tenía que dejar simplemente fluir.
¿Y como dejar fluir? Aceptando que hay cosas que yo no las controlo y que no puedo planificar todo en la vida, porque en ella, no hay nada más alejado que la "perfección". Y ahí entendí que había que ir soltando.
- Soltar miedos.
- Soltar penas.
- Soltar frustraciones.
- Soltar amores frustrados.
- Soltar amistades frustradas.
- Soltar daños (de otros y los que me hice yo misma).
- Soltar duelos.
Y así fue como en estos doce meses, solté, me liberé, lloré, me emocioné, pero me permití ser yo misma. Le conté a María José, cosas que nunca le había confesado a nadie (y hay cosas que sé que solo quedaran entre ella y yo, porque no creo que vuelva a repetirlas más) y me fue re-construyendo. Yo prefiero decir que fui "re-naciendo".
¿Y que aprendí?
Varias cosas, pero la más valiosa es que debo dejar de mirar las cosas en términos binarios. Es decir, no todo es negro, así como tampoco todo es blanco. Hay puntos "intermedios" y según yo, ahí radica ese estado de plenitud que todos buscamos. Cuesta y pucha que cuesta ver esos "otros colores", cuando uno está angustiado y/o agobiado, pero siempre se puede (si estas sano claro o en camino a). Y fue así como he ido re-escribiendo mi historia. Ya no con tanto drama en exceso, si no entendiendo que la vida siempre nos pondrá dificultades, siempre sentiré miedo, pero es la actitud y las herramientas que tengo a mano, las que me permitirán salir de allí con más valentía.
Lo bueno, es que este término de terapia, fue programado. Por allá por abril, la María José me dijo que así como había aprendido a soltar tantas cosas, también debía "soltar" ese espacio. Y sentí miedo. Le dije que no fuera de sopetón. Y cada día que iba a las sesiones (dos por mes) siempre le expresaba que ese espacio me permitía estar tranquila. Pero la M. J, uso tres simbolismos que me ayudaron a comprender que ya podía seguir sola mi camino:
1- Comprendí que ya no era la mujer que se quería quedar "eternamente en la banca", para no defraudarse. Quería acción, jugar en la cancha.
2- Me empezó a pasar lo mismo que pasa, cuando te das cuenta que ya es hora de sacarle las rueditas a la bicicleta. Cuando uno está aprendiendo a andar en bici, eso es un tremendo paso, cierto? Pero a veces, ya ni siquiera necesitábamos de las rueditas, solo las usábamos porque seguían estando allí.
3- De a poooooooco, fui comprendiendo que no siempre tenía que mirar con los lentes que solo me permitían ver en tonos grises. Habían más colores allá afuera que simplemente las circunstancias me impedían ver.
Cuando me despedí hoy de M.J. me dijo que ella había aprendido un montón con mi historia. Que ella supo que tenía que dejarme partir, porque sabía que tenía muchas herramientas para continuar. Y que pensar constantemente, era algo que tenía que valorar, porque esa introspección, si bien en mi caso, fue negativa muchas veces, ahora es momento de extraer de ella beneficios y vivir, disfrutar y salir a la cancha de una vez por todas.
¿Y el TOC? El TOC tiene un área que se trata con medicamentos (aún sigo con ellos) y un área emocional (que la origina y que se trata con terapia). Esa parte fue la que traté con María José y a medida que iba "soltando", pude ir apagando esas voces molestosas que no me permitían avanzar.
Esto sí que es algo hiper-personal, pero no podía dejar de registrar "brevemente" este período, aquí, en el espacio que ha "retratado" a esa Aída que ha ido creciendo con este blog.
Cariños.