Esta soy yo

Mi foto
Metropolitana, Chile
Licenciada en Historia y profesora de la misma disciplina. Vivo soñando, amando y recordando. Tengo dos metas en la vida: Viajar y encontrar la plenitud. Comencé este blog en 2011, como una "catarsis", hoy, es mucho más que eso. Enjoy!

miércoles, 23 de octubre de 2019

Todo cambió el viernes

El viernes... el viernes pintaba para ser un día relativamente tranquilo, donde mi mayor preocupación sería llegar a retirar temprano la torta que encargué para celebrar el cumple de mi mamá. Le había dado una segunda oportunidad al Mozart, y pucha, no decepcionó. Mi idea era que se me olvidará el Mozart, para siempre, pero su torta casatta, madre mía.

Fuimos a almorzar con un colega al casino que nos prestan a los colaboradores para almorzar y estuvimos hablando de puras cosas medio zen, de colegios Montessori y Waldorf, todo muy cotidiano. Llegamos de almorzar, yo di jugo un rato y llega mi jefa del almuerzo y nos dice: "Línea 1 cerrada".

Eso fue a las 15.00 horas. Después otra colega se pone a revisar redes sociales y diversos portales de noticias que informaban que después se sumaba la línea 2, después la 3 y finalmente, la 4. Todo eso fue una diferencia de 20 minutos. La línea que me servía era la 3, me tenía que subir en U' de Chile y bajarme en Ñuñoa, pero vaya vaya uno propone y el destino... dispone.

Como soy de las que vive más lejos, fui la primera en retirarme. Caminé hasta Compañia y me subí a una 505 que se fue repletando por cada calle que pasaba. Un trayecto que no debería haber sido más de 45 minutos, terminó siendo de una hora 45. Cuando retiré la torta, me encontré con el problema que el precio de uber estaba por las nubes y me era imposible subirme a otra micro con la torta. Llamé a mi mamá y le dije que tomaría el uber no más. Mientras esperaba el Uber (más de 35 minutos) me senté en un escaño y vi la gente pasar. Era mucha gente la que pasaba. No iban enojados, iban como contentos y yo solo pensaba "cagaste Piñera".

Celebramos solo con las 4 invitadas que pudieron llegar al cumple de mi mamá, mientras veíamos como medio Santiago se quemaba y como se iba mostrando montaje tras montaje. Estuve muy feliz esa noche, hasta que vi entrar al milico a la Moneda. Que sensación más triste. Recuerdo que me cayeron unas lagrimas.

Por ahí por las 3 de la mañana, fuimos a dejar a dos de las invitadas de mi mamá. Fue la última noche que logré salir libremente por las calles de Santiago. Después de eso, han decretado noche tras noche toques de queda.

¡Pero si los toques de queda yo se los enseñaba a mis niños cuando hacía clases! ¡Eran recuerdos de mis papás! No nos merecíamos esto Piñera.

Al sexto día, aún sigue pareciendo fuerte ver a un cabro chico con un fusil afuera de un supermercado. Espero que mi generación y la que me sigue, no se acostumbre a ello. Aun sigo sin entender como a un pobre con uniforme, le enseñan a amenazar y a matar a otro pobre sin uniforme. Y quienes gobiernan? Siempre tranquilos en la comodidad de su hogar. Al menos ahora se están cuestionando sus "privilegios", como dijo en un audio -montaje- nuestra primera dama (aka la señora de Piñi).

Me encanta vivir en este Chile que despertó, pero me sigue dando incertidumbre el futuro que vendrá. No quiero que acabe este movimiento, sin que antes haya un cambio real en Chile. No fueron 30 pesos, fueron 30 años. El mismo tiempo que llevo en este país y en esta tierra.


Quiero conocer otro Chile, pero de verdad siento que todo cambió ese viernes a las 15.00 horas...