Esta soy yo

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Metropolitana, Chile
Licenciada en Historia y profesora de la misma disciplina. Vivo soñando, amando y recordando. Tengo dos metas en la vida: Viajar y encontrar la plenitud. Comencé este blog en 2011, como una "catarsis", hoy, es mucho más que eso. Enjoy!

jueves, 28 de septiembre de 2017

Catarsis de un día para olvidar

El jueves pasado, salí a tomar once con mis amigas del Preu (una de ellas, es mi jefa directa, pero en serio, la estimo mucho). Y en una de mis voladas filosóficas que me dan a veces, dije “Lo que más aprendí en mi sesión final con la psicóloga, es lo que me dijo al despedirnos: “Van a seguir pasando cosas malas, no te puedo asegurar lo contrario, pero todo va a depender con la actitud que te tomes las cosas”. Al otro día, a la hora de almuerzo, empezamos a hablar de autos en mi pega nueva y ahí conté a grandes rasgos lo del accidente, donde murió mi papá. Hace tiempo que no me tocaba contarlo, pero como en este último mes he conocido mucha gente, me vi en la necesidad de contar, más que mal, quiera o no, es parte de mi historia.

Y siempre que lo hablo, temo que sea una especie de caja de Pandora que desate todas las maldades del mundo. Y ayer, pasó. No directamente conmigo, pero pasó.

Entro a mi pega a las 7.30am, por tanto, salgo a las 6.20 de mi casa. Pensé que sería más duro todo esto, pero nah, uno se acostumbra a todo. La cosa es que ayer, salí 4 minutos más tarde de mi casa y, por tanto, tuve que tomar la micro siguiente, que iba más llena y ya, asumí, total yo misma tomé la decisión de quedarme 5 minutos “regaloneando”.

Iba en el tercer paradero y de repente, la micro se pegó un frenazo. Nada anormal, a esa hora ¡Andan tan apurados todos, que en serio, siempre hay frenazos! Pero ese de ayer, no movió solo a los que no iban afirmados. ¡Movió a toda la micro! Después vino un sonido del terror. Un auto pasó volando y se volcó. Mucho polvo. Mucho sonido. Mucha perdida de dimensión de tiempo-espacio.

Afortunadamente el conductor de la micro, reaccionó antes y frenó, porque si no, tal vez, el auto habría impactado directamente, donde iba parada. Y yo que pensaba que las micros, al ser más imponentes, eran más seguras. Pffff.

Después de eso, recuerdo que un tipo muy flaite, en serio, muy flaite, le dice al conductor “Aweonao, abre la puerta para ir a ayudar”. Yo solo pensaba ¿Ayudar a qué? si la persona debe estar muerta. Nos bajamos todos, sacaron a la persona del auto y en ese momento, me puse a tiritar y sollozar. Le dije a una señora que yo había vivido un accidente, donde había muerto mi padre, nos abrazamos y me dijo “yo nunca había vivido algo así, estoy tiritando”. Le dije “Si no podemos ayudar, mejor vayámonos”. Y ahí empezó mi cuestionamiento. ¿Me puedo retirar del lugar?

Hice parar otra micro y el muy desgraciado no paró. De ahí, de pura impotencia, pena, miedo, llamé a mi mamá llorando y se pasó mil rollos. Le dije que no me había pasado nada a mí, pero que había abierto muchas heridas internas. Es que, lo del duelo, cada día hierve menos la herida, pero lo del impacto de un accidente, quizás me persiga siempre.

Mientras miraba a la mujer que iba en el auto, que afortunadamente recobró el conocimiento a los pocos minutos y de ahí fue una sucesión de gritos desesperados, yo solo pensaba “estar en la otra parte del escenario, también es super difícil”.

Agradecí, una vez más, me doy cuenta que si bien, nos han tratado de individualizar completamente como sociedad, aún quedan resabios de humanidad y apoyo comunitario, ello además de que hay gente que reacciona bien. Yo solo recuerdo que gritaba “llamen al SAMU”. Cuando la señora despertó, se puso a gritar y llorar muy fuerte, en ese momento pensé tal vez iba alguien más adentro. Le pregunté al señor que se metió al auto a sacarla, me dijo “no lo sé, parece que no”. Ahí dije “Pero por algo llora de esa forma”. Y de repente veo que intenta mover sus pies. Fue del terror.

Superhéroes los hombres que se metieron dentro. Yo creo que ahí actúan por puro instinto de salvar la especie, porque en términos racionales, ese auto se podría haber incendiado (es lo que más me quedó en la parte teórica, cuando hice el curso de conducir) o podría haber vuelto a su eje y las personas que estaban ayudando, podrían haber salido dañadas. Todo eso recuerdo que gritábamos con la señora que nos abrazamos.

Al final, tomé la siguiente micro, de la que no nos quiso parar. Mi ayuda ahí no servía de nada y personalmente a mí, me hacía mucho daño. Esta mañana volví a pasar por el lugar del accidente (le tenía un poco de pánico a ese momento) y me pasó lo mismo que me pasó una vez que volví al accidente que protagonizamos con mi familia en 2011. ¿Aquí, en este espacio diminuto pasó todo?
Y si, ojalá nunca quien me lee, tenga que pasar por algo así, ser protagonista o “espectador” de un accidente, porque en ambas ocasiones, uno se siente pequeñito y el lugar se transforma en algo muy abrumador y el tiempo, se relativiza completamente.

No he dejado de pensar en la señora protagonista del accidente, pero me conforma saber que en su camino, haya encontrado gente de tan buen corazón, que la auxilió sin pedir nada a cambio. Esa es la humanidad, en la que hay que volver a confiar.

Cariños. 

jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Querré yo vivir el "romance del siglo"?

La semana pasada, vi una película que dirigió Madonna. No tenía idea que la había dirigido ella y no me hubiese enterado, a menos que no la hubiese visto aparecer en los créditos finales. Ahí me pregunté. ¿Será la misma Madonna? ¿Like a virgin y blá blá blá? Y bueno, sí, era la misma Madonna. La película se llama “El romance del siglo” y siento que no la pude ver en mejor momento.
Saben que no soy buena reseñando pelis, pero en Netflix, antes de verla, yo leí lo siguiente:
“Una joven ama de casa de los noventa ansía tener un romance tan intenso como el de la célebre divorciada Wallis Simpson, pero la historia la lleva en otra dirección”. Viendo la película, hay varias cosas que me gustaría destacar. Los pondré a modo de "clic"

La pareja de inicios de siglo

La pareja de fines de siglo


Primer clic:
Estudié Historia y como tal, acumulo una cantidad de datos en mi cabeza que yo creo que jamás volveré a ocupar, pero algo que no manejo, o cacho relativamente poco, es sobre la historia de la monarquía, onda los comidillos. Así que nope, no tenía idea que el tío de la Reina Isabel, había abdicado por amor, ya que se enamoró de una mujer casada 2 veces antes que él. ¡Así que lo de Diana no era uno de los primeros “escándalos”O!

Segundo clic.
La historia se basa en dos escenarios temporales y físicos: La década del 30 y del 90 y entre Nueva York, Inglaterra-Francia. Creo que estos últimos paisajes, sobre todo en Cannes, Costa Azul y millones más, confirmaron mi anhelo de pisar pronto esos lugares.

Tercer clic:
La mujer de los años noventa, está realmente obsesionada con la figura de Wallis Simpsons. Su madre y su abuela, le pusieron su nombre en honor a ella. Así que digamos que ya venía “marcada”. Pero en serio, muchas veces me sentí demasiado representada, porque es como la misma admiración que yo llego a sentir por la Simone de Beauvoir y más especialmente, por su relación con Sartre.

Cuarto clic:
Hace unas semanas, me acordé de P. o sea, siempre anda obnubilando por ahí, pero el viernes ante-pasado, me puse a conversar con una amiga de él y bam bapa bum, lo sentí. Ese mismo día, llegué a la casa post-pega (estoy trabajando al fin, pero ese será tema para otro post). Me metí a IG y en una cuenta dedicaban una imagen y reseña a la feminista Kate Millet. Y una de sus frases más conocidas fue un puñal. Ella solía señalar que “El amor ha sido el opio de las mujeres”. Yo siento que ya había expresado algo similar, antes Simone, en el capítulo que le dedica a “La enamorada”, en “El segundo sexo”.
Y si po, no es que amar sea malo. El problema es cuando no ha sido entre dos seres que se les permite desenvolverse en las mismas condiciones.

Quinto clic:
En una escena, había un personaje que le decía a la mujer de los ’90, que dejara de creer en los cuentos de hadas. Y sí, yo me enamoré aún más de este tipo en cuestión, cuando supe de la relación entre Sartre-Beauvoir y entre Arendt-Heidegger. Y no po, ahora puedo verlo más claro, aunque no por ello, es menos doloroso/frustrante. Esto es la realidad, y yo simplemente soy Aída y el simplemente es P. Además, tal vez, nunca hubiese tenido ni la más mínima intención de participar en el “juego”.
Demasiado adolescente todo, lo sé. Pero me aferré tantos años a eso, que en serio, me cuesta soltarlo. Mi amiga en cuestión, lo ha visto de manera más personal (já, hasta ebrio) y sé que lo que me dice de él (onda que ni siquiera intenté retomar un contacto con el personaje en cuestión) lo dice desde la vereda de la protección. Pero, por otro lado, ese mismo día le señalé que necesitaba cerrar el ciclo, verlo, vernos.
¿Qué quiero con eso? ¿Subir mis expectativas hasta las nubes y defraudarme una vez más? Amiga en cuestión me dijo que a ella no le costaría nada crear una reunión entre varios, donde estuviéramos ambos. Pero le dije que yo le avisaría cuando me sintiera preparada.
Tal vez, Aída, nunca lo estará. Quizás también mi destino deba dar un giro en este ámbito. Tal como la Wallis de fines del siglo XX.

¡Cariños!