Esta soy yo

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Metropolitana, Chile
Licenciada en Historia y profesora de la misma disciplina. Vivo soñando, amando y recordando. Tengo dos metas en la vida: Viajar y encontrar la plenitud. Comencé este blog en 2011, como una "catarsis", hoy, es mucho más que eso. Enjoy!

jueves, 16 de noviembre de 2017

Eso de confiar en los demás

Ayayai, la confianza.

A mí me costó siglos, volver a confiar en la gente. Tengo un recuerdo especial para ello. Resulta que cuando estaba en Cuarto Medio, en Religión, nos hicieron escribir en tres papelitos de colores cuales serían los pilares que no dejaríamos que pasaran a llevar en el futuro. Solo recuerdo uno, fue el que sobrevivió en la billetera que usaba por esos años, si, había escrito “confianza”.
Ya, si... tendría que tener MUCHA confianza con alguien para hacer esto de la imagen


Yo creo que la connotación que le damos al concepto, va mutando con los años. En ese momento, para mi significaba que mi mejor amiga, mi confidente de la vida, me contara todo y que ella no le contara a los demás, lo que yo le contaba secretamente. Ese mismo año, al finalizar, mi amiga en cuestión nos confesó con meses de retraso que tenía una relación a escondidas con el Profesor de Filosofía. Para mí, con 17 años, fue un derrumbe que no me haya “confiado” eso. ¡Si ella sabía más cosas que mi almohada! Hoy por hoy, yo lo asocio más al compromiso, a tener esperanza que el otr@ no me hará daño, algo así. 

Resulta que, en los últimos meses, me he encariñado mucho con algunas personas, MUCHO. Y he confiado en ellas. Porque quiero, porque me nace, porque simplemente me aburrí de andar desconfiando de la gente. ¡Eso implica una pérdida de energía cuantiosa! El problema, es que, tras esa confianza, digamos que “personaje en cuestión”, se aprovechó. Según una amiga con más experiencia – que cabe la casualidad en esta ocasión, con más años- me dijo “Personaje en cuestión”, tiene más años que tú, te sacó la foto súper rápido y sabía cómo explotar tus fortalezas, para su propio beneficio. No confíes tanto en “personaje en cuestión”. Ustedes no son ni amig@s”.

Y ahí sigo yo, como santa devota, confiando en él. Tratando de buscar un equilibrio. Últimamente me he dado cuenta que soy feliz confiando en la gente, no quiero andar pensando “perico y mendigo me hace esto porque me quiere hacer daño”, “perico haciendo esto, quiere lograr esto otro”. Nah, qué lata.  Y en esa parada estaba y pareciera que el Universo confabuló para decirme: “Tienes razón, confía”.

El sábado pasado fue el aniversario de la Comunidad Ecológica. Y si bien, yo no vivo cerca, si es en la misma comuna, así que por la noche partí para allá, con adolescente (un primo) y mamá incluida. En mitad de la celebración, me dio frío y fui a buscar la chaqueta al auto y apareció ante mí, un emporio saludable, oasis en lo que vendría siendo el patio La Rosa.

Empecé a tomar algunas cositas para comprar y de ahí, la dueña muy amorosa me empezó a recomendar algunas marcas y justo cuando vi que me estaba excediendo en valor, para lo que llevaba en efectivo, le dije: “¿Tienes redcompra?” (Tema aparte: juré que no me iba a “mal acostumbrar” a andar siempre con la tarjeta y sin efectivo, pero jajajaja, pucha que es cómoda esa cuestión) y ella me dice: “Pucha no, pero si quieres te llevas las cosas y me transfieres”.

¡¡Quedé en shock!! ¿Really? Estaba confiando en mí. Una mujer que entró a su negocio y que no conocía hace más de un par de minutos. Ante ello, me negué (porque aun no aprendo a transferir, jajaja) y le dije: “Te agradezco la confianza, pero nah, por esta vez, prefiero llevarme lo que me alcanza con el efectivo”.

Ante eso, la chica me responde: “Pucha, tengo que hacerlo así, ya que como no tengo la maquinita (…)” A lo que yo nuevamente sorprendida, le vuelvo a preguntar: “¿Y te ha resultado? ¿No te ha quedado debiendo nadie?” Y me dice, con sus ojos muy llenos de brillo: “No, siempre me han pagado. Es que sabes lo que pienso: “Problema de ellos si se quieren cagar a una pobre weona”. Y en ese momento, recordé cuando una profe, con la que alguna vez trabajé en la U’, una vez le dijo a los estudiantes: “Si usted llega atrasado y me miente y yo le creo, eso quedará en su karma y no en el mío”. Se lo repetí a la dueña del negocio y me dijo: “Yo creo lo mismo y ha sido muy liberador confiar en ello”.

Y si po. Si “personaje en cuestión” quiso aprovecharse de alguna de mis fortalezas para su propio beneficio, quedará en su karma, no en el mío. Yo lo hice por:
1- Cariño: o algo parecido a ello. 
2- Compañerismo: la tía del primer nivel del kindergarden, me dijo que había que compartir. 
3- Compromiso: Sí, confiar implica comprometerte con algo.

Lo divertido de todo esto, es que el mismo personaje, por esos mismos días que mi amiga me decía que no confiara, me dijo: “Deberías confiar primero y después desconfiar”. A lo que yo, con coraza incluida, respondí: “Prefiero hacerlo a la inversa en algunos casos, puesto que la desilusión y el porrazo, ha sido muy fuerte el que me doy después”. Adivinen que me dijo después.
“Sí, reina del drama”.

¿Qué creen ustedes? ¿Se puede confiar aún en la gente? Yo prefiero que hay más gente con buenas intenciones que maldad en el mundo que nos rodea. No quiero que me vuelvan a quitar esa ilusión.
¡Cariños! 

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